
Con el mínimo incendio de la rosa
y la máxima ausencia del lucero
se quedo tu recuerdo prisionero
viviendo en cada ser y en cada cosa.
Te presiento en la cita milagrosa
que se dan la mañana y el jilguero
y en el aire, traslúcido tablero
donde escribe en color la mariposa.
Todo me habla de ti, sobre la brisa
persiste la nostalgia de tu risa
como una dulce música remota
y en los labios tu nombre me florece
y al saberte lejano me parece
que me bebo tu ausencia gota a gota.
Llevas en tu rostro la mirada simple
de los que tiene suave por dentro el corazón
pero de tantos sollozos y de tanto llanto
la mitad de tu alma se endureció.
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